Entrevista de Pedro Ferrández sobre el libro "Sexo y silencio"

"Preguntas sobre Sexo y silencio de Pedro Ferrández".
Somos unos paletos ante el secreto, y eso nos convierte en sexualmente impotentes.

¿Es Sexo y silencio el libro más difícil que has escrito? No lo sé, es posible. Tal vez tenga para mí y para nosotros la dificultad de lo que es corporal, impúdico e inmediato. Detrás hay un largo recorrido, una antigua lluvia mojando -valga la metáfora- un terreno empapado. Aunque el libro fue pensado en pleno invierno pandémico, en cierto modo para compensarlo, sufrí mucho. Tuvo el tormento, digamos, de hacer un libro donde, más aún que en otros, te implicas mucho personalmente, repasas tu vida entera, todavía con más turbulencias de confesión que en los anteriores. Esto no quiere decir que se trate de un libro autobiográfico. Por el contrario, pocas veces he realizado un esfuerzo así por ser descriptivo, realista y "sucio".

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El buen patrón, una mentira muy bien contada

Con unos ingredientes iniciales de comedia, el autor de Los lunes al sol nos mete gradualmente en un enredo en el que ningún giro estará excluido, ni el drama de enloquecimiento celoso, ni la lujuria desbocada ni un despido laboral que te quita además los hijos. Es cierto que todo bascula en torno a la compleja personalidad de Julio Blanco (J. Bardem), a medias humana a medias perversa. Tiene algo así como sentimientos, entre paternales y viciosos, pero llegado el caso él siempre puede decidir la "amputación" (sic). O poner una bala escondida para equilibrar el fiel de la balanza que simboliza a su empresa. Sin embargo, el resto de los personajes no se quedan muy atrás en su condición patética. Con el servil Fortuna (C. Bugallo) y Miralles, hombre de confianza del patrón y amigo de la infancia (M. Soto), con la adorable becaria Liliana (A. Amor) y el inolvidable vigilante metafísico (F. Albizu), pasando por un inteligente empleado magrebí (T. Rmili) que cuesta un poco encontrar en el reparto, Fernando León nos quiere atrapar en una comedia cada vez más negra que empuja continuamente a la disyuntiva neuronal entre la risa y la desolación. Al final, y esto también sorprende, León provoca un cierto hartazgo, un poco de tristeza y un aburrimiento cansino. Para ser solo cinco días los que se narran, la trama acaba resultando fatigosa en una constante filigrana donde nada del mundo del poder debe redimirse del mal.

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Al fin

"De pronto el día, terco en una pura exaltación de luz y azul por todas partes, se llena de gritos infantiles en la hora de recreo".

Estimado S.,

Te envié hace medio mes un correo, pero me confundí y puse "alvarez" en vez de "suarez". Ahora lo busco, por si decía algo.

Hace ya días y días que le escribí a J. V., después de terminar tus "Apuntes de un diario". La carta que te debía, que te quería enviar, se ha demorado por la profundidad boscosa de esta Galicia y por mil ocupaciones de un hombre que no estoy seguro que sepa vivir. Al tiempo.

Me impresionó en Todavía la relación que mantienes con tu padre, y cómo esa fidelidad parece prolongarse en el amor hacia mil pequeñas cosas, desde las lilas y los amigos hasta los libros o los cielos de Madrid. En principio, como me ocurre a veces con algunas piezas, Todavía no es el tipo de libros que suelo buscar y leer. Pero la simpatía que siento hacia ti, y el calor de nuestro intercambio de regalos aquella mañana en la Feria, me puso enseguida con él.

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Sexo y silencio: Entrevista de Paco Carreño

"Sexo y silencio apuesta por la aventura de una suciedad terrenal. ¿Seré condenado a la hoguera por ello? Casi me gustaría, pero no creo que ocurra".

PREGUNTAS SOBRE SEXO Y SILENCIO del poeta y escritor Paco Carreño:

¿Podrías explicar un poco la cópula de sexo y silencio? Si se titulase "Sexo o silencio" sería algo muy distinto, ¿no?

En este libro se estudia con detalle el sexo en relación con todo lo que le rodea, incluido lo más anímico y aparentemente asexual. También en relación con el inmenso tedio "anti-lujúrico" de la superestructura política e informativa. Como es un ensayo que intenta ir a la raíz de la sexualidad, me ha resultado inevitable descender al silencio de los cuerpos, esos registros secretos de la vida donde jamás entrará la policía social ni la vigilancia de la conciencia. Ciertamente, toda cópula se implica con el silencio, pues es imposible penetrar un cuerpo sin ser penetrado por la infinita ambigüedad, poco menos que ahistórica, que alienta en la carne. Mi libro nunca podría titularse "Sexo o silencio", ya que intenta mostrar que la sexualidad es un órgano de la soberanía indescifrable de los cuerpos.

Si el sexo es lo "espiritualmente animal", ¿la palabra no es erótica, es siempre pornográfica?

Creo que la palabra, la voz, es otro cuerpo. De ahí que nuestras obsesiones sexuales siempre estén teñidas de palabras, que el lenguaje pueda excitar o desanimar, etc. Hay erotismo en casi todo, desde luego en la palabra bien ritmada, usada con el calor y la caricia del afecto. O también con la intención, perversa o no, de la seducción. Si hay erotismo, en la palabra o donde sea, sobra la pornografía. Concuerdo con los que piensan que la actual inflación pornográfica es una triste prótesis, el sucedáneo espectacular de una sexualidad impotente, decaída. Y no decadente por culpa de la represión, sino todo lo contrario, en buena medida por culpa de la sobreexposición, por un exceso de incitación. Cuando el deseo retrocede en esta época moralista, pues se teme que podría meternos en veredas inseguras, avanza una obscenidad serpentina y suplementaria.

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O futuro

Estimado J.,

Me da un poco de vergüenza la tardanza en escribirte, más todavía porque terminé de leer tu precioso libro, de un tirón, hace casi un mes. Estaba esperando a terminar el libro de S., que acabo de concluir ahora, casi a las 7 de la mañana de este fresco 20 de octubre en la Galicia rural.

Supongo que como tantas cosas desconocidas que andan por ahí, Fidelidad de una sombra es una joya. Recuerdo que al leerlo sentí toda la familiaridad del mundo, al acercarme otra vez a la fuente del sentido, y toda la extrañeza del mundo, al vivir cómo esa fuente no deja de manar sones distintos, sin precedentes. Siempre sabidos, siempre insólitos.

S. tiene razón al calificar tus versos en el final de su libro: hondos y exactos. ¿Recuerdas que te pregunté, un poco ingenuamente, si esos dos versos tachados de la página 21 eran así o había un error tipográfico? Son significativos de esa perfecta imperfección que alienta en tus páginas: "Profundidad, eco  de lámpara, la calle muda"; "Esta soledad, que duele en cada hoja".

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