¿Por qué odiamos tanto a Maradona? – Marcelo Barros – Psicoanalista

Texto de Marcelo Barros

“Violador, pedófilo, putero y maltratador” fue la descripción que la futbolista española Paula Dapena hizo de Diego Armando Maradona. Mientras su propio equipo homenajeaba al fallecido, ella hizo valer su protesta en el Día internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, demostrando a la vez el estatuto viril del esprit de corps. La fecha del 25 de noviembre conmemora la muerte de las hermanas Mirabal, asesinadas por sicarios del dictador Rafael Trujillo de la República Dominicana. Era más que esperable la desazón de muchas mujeres que trabajan, militan o se preocupan para tratar de prevenir o reparar la violencia que aqueja a tantas otras o a ellas mismas. Sintieron que el valor de esa fecha era opacado por la abrumadora atención que convocó la muerte del ídolo popular. Peor todavía, -y es lo fundamental- un ídolo que era un referente de una masculinidad no “des-construida”, y que cargaba con una dilatada lista de deméritos “machistas”. Sin embargo, nadie ignora que Maradona fue algo más que un jugador de fútbol. Fue un símbolo ambivalente que pasó a la leyenda. Muchos lo amaron y otros tantos lo odiaron. Y hay que resaltar que ese odio se hizo explícito sobre todo en dos sectores de la sociedad argentina: los liberales y las feministas.

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Réplica

Querido Ll.,

Tu respuesta es preciosa, y no tocaría ni una coma. No sé si hace justicia a la amargura, que no he podido volver a leer, que es lo mejor de la carta de Garrocho.

Repito que no creo, lo miraré, que "se meta" con Nietzsche, Foucault o Deleuze, sino con una doxa hecha a costa de ellos, mezclando mantras que han sido extremadamente tópicos, dogmáticos, y dañinos carnalmente.

Hablando de tópicos, por favor, no mezcles a Foucault con el gilipollas de P., que solo busca hacerse rico con su supuesta anomalía "monstruosa" que es, sencillamente, la norma alternativa que viene.

Por lo demás, tu respuesta está muy bien. No la cambies. Y su impulso ético, contra esa carta que me gustó, me lleva otra vez a recordar que estoy orgulloso de ser tu amigo.

Después o mañana miro con detenimiento la famosa carta y te digo con más detalle, en privado. Pero envía ya esa respuesta a El Español (que no sé qué es) y si no te la publican, cosa que es posible, buscamos otra forma de darle publicidad.

Un fuerte abrazo y hasta pronto,

Ignacio

Madrid, 16 de enero de 2021


Masculinidades

Hola, S.,

¿Qué difícil se ha vuelto la comunicación, verdad, sobre todo desde que es Total?

Escucho tus largos audios con admiración. Son como óperas, llenas de entonaciones y pasajes muy distintos. Mil gracias por tus atenciones.

Sí, Lluvia oblicua no es fácil, y tampoco lo es su mezcla de cólera bélica y serenidad taoísta. Comprendo perfectamente tu ritmo interrumpido con ese libro, para llevarlo bien.

Te hablaba de Mil días (Fronterad) porque es un libro muy, muy distinto. Si no lo encuentras en Girona y en Context, ciudad y librería que me traen tantos recuerdos, yo te lo puedo conseguir aquí y enviar. No temas, en extensión debe ser una tercera parte que el que ya leíste.

Aparte de todo esto, y saludarte en imagen, quería comentarte otra cosa. He terminado dos libros sobre sexualidad en estos últimos meses de pandemia y confinamientos. El primero, Sexo y silencio, ya está aprobado y esperando en Pre-Textos su turno, para marzo o abril.

El segundo, Vir, un breve ensayo sobre la masculinidad, está enviado a una amiga de Herder para que consiga que lo lea ahí alguien, con atención y criterio. A ver, hay que esperar.

Pero mientras tanto se me ocurrió que estaría muy bien que una escritora, una mujer, se atreviera a prologar Vir, un libro que no es precisamente cómodo, para nadie.

¿Se te ocurre alguna escritora, en Cataluña o donde sea, que se atreva a leer y defender un texto que hable de una masculinidad "no deconstruida"?

Cuando quieras hablamos con más calma. Abrazos y hasta pronto,

Ignacio

Madrid, 15 de enero de 2021


LEJOS DE RUSIA, CON AMOR

Ustedes los occidentales están muy solos.
A. Sokurov

Cuando en tardes de julio atraviesas la dulce campiña gallega por tierras de Xixirei, volviendo de tus clases de inglés con Estella y ese obsesivo Forever changes en la cabeza -¿qué queda en ti que ya no sea una obsesión?-, piensas escrutar Rusia con un lirismo fortalecido por los años, arrancar las costras del prejuicio y encontrar los tallos verdes en la nación de Chéjov, Tolstoi y Limónov. Más tarde, esperando la salida del avión en ese gigantesco acelerador de partículas que es la T4, se te ocurre un emblema: "Vivir en un mundo tan expandido que todo viaje sea bajar". Sin embargo, la dimensión de lo que encuentras en ese país de historia violenta de diez siglos, y treinta grados bajo cero invernales, enseguida te perturba. La escenografía sombría de las afueras de la ciudad a las 7 de la mañana, recordando la sombría monotonía del Este, el sueño, la barrera infranqueable del idioma, el joven taxista mudo en su coche destartalado, los primeros funcionarios inescrutables, todo esto pone a prueba desde el principio tu viajera voluntad californiana de los años setenta. Igual que la grandiosa extensión de San Petersburgo entrevista en el paseo de media hora larga entre Petrogradskaya Storona y Nevskiy, donde has quedado en tu primera cita.

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ASCUAS DE AYER

Exultante juventud, poco menos que insultante. ¿Vuelve con ella el afrodisiaco de la inocencia? Sí, la vida llena sus venas, sus dientes blancos, su risa de chica que empieza a ser mala. Antes su timidez impresionaba, con una voz ronca que salía de una dulzura cerval. Ahora no, ahora puede ya ser sutilmente descarada.

Vuelve entonces el reto en la doblez de las palabras, las complicidades, las alusiones a otros tiempos. ¿Decaes? Puede, pero la charla te rejuvenece, casi te presta una frescura que rutila a la altura de ella. Todo lo que queda de vida en ti bulle de pronto en el juego de los gestos, en una juventud que ya no te pertenece.

Clásica escena. Tres doncellas amablemente cortejadas por un hombre maduro. ¿Por el coraje del corazón, de una fuerza sensible en este mundo sin alma? Por el don de la palabra, del humor, tal vez del saber.

Pero ella es capaz de jugar hoy con todo eso. Rubia palidez esmaltada sobre un alma vacilante. Desenvuelta, provocativamente ingenua. Conserva ese toque de atrevimiento prudente de la mujer que ha sido tu alumna. Y respeta, pero también juega con la igualdad, con una especie de confianza en los vínculos. La presencia física, el calor de junio, las miradas. El lenguaje riente nos mantiene suspendidos en la misma mesa.

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