Cartas cerradas a los de siempre

Pues me parece patético, querido P. Menos mal que además, juraría, resulta completamente inofensivo. Es cuestión de hablarlo con un café o, mejor, un buen whisky que le quite hierro a este minoritario psicodrama.

Pablito me parece una perfecta nulidad política. Como lo muestra esta carta, cerrada sobre el "sota-caballo-rey" de las paranoias de siempre. Solo vive de mantras, que corren como hurones en algunas redes, y de cierta Internacional del odio que le ahorra escuchar a nadie que no sea de los suyos.

Ya hablaremos, cuando quieras, pero me parto de risa al oírle hablar a veces de "patria". ¿A qué se refiere, aparte de su camarilla de colegas en el mismo autismo?

¿A qué se refiere, si ha hecho todo lo posible por dinamitar (con un sectarismo idiota que nunca tuvimos los que nos opusimos a Franco) todas las posibilidades que estaban a su alcance de que la tal "patria" perviva como nación y estado?

Creo que esta imbecilidad ideológica le va a costar electoralmente cara, y me alegro de ello. Mientras tanto me preocupa, o me divierte (ya no sé), que este joven radiante participe a fondo del añejo auto-odio hispano sin el cual este pequeño drama histórico de Cataluña jamás se habría producido.

Insisto en que lo patético de la ocasión requiere humedecerlo con algo más que agua. Para darle alguna sustancia.

Cuando quieras. Un abrazo y hasta pronto,

Ignacio

Madrid, 29 de octubre de 2017


Tres cartas sobre la mutación juvenil de una sociedad senil

(I) Vosotros

El colmo de la acción es la escucha. Pablo D'Ors

1 Como diría una compañera vuestra, generalizar es abusivo y peligroso; incluso cruel, exagerado, injusto. Pero sin generalizar no se puede pensar ni discutir de nada, ya que entonces nos quedamos solo en casos particulares, donde cada uno es "libre" y poco hay que decir. Así que voy a intentar generalizar con cuidado, captando cierta media algebraica que me preocupa y veo bastante encarnada en vosotros, tan modernos, tan libres, tan interactivos.

2 Como sabéis, os observo detenidamente desde hace mes y medio. No tiene mérito ni es mi obligación. Al contrario, lo cómodo para un profesor es fijarse lo menos posible. Mi atención a los detalles (solo tengo relaciones personales) es sencillamente "defecto del animal", como dirían en mi pueblo. El caso es que, sobre todo últimamente, a las puertas de un examen que apenas corregí, he sentido confirmado un síndrome que me preocupa, que además triunfa en todas partes. Es posible que vosotros lo practiquéis de manera particularmente intensa, salvo raras excepciones.

3 Lo dije ya alguna vez. Aparentemente, cada uno en su estilo, la mayoría de vosotros carecéis de una tecnología corporal y mental para pararse y subrayar los detalles, entrando en la sombra de las cosas. Hablo de cierta dificultad para escuchar con atención una frase o una idea, aguantando eso a solas y extrayendo conclusiones. Una dificultad para descender a un "sucio" mundo real, sin teclado ni botón de pausa, sin imagen radiante ni cobertura. Lo vuestro es surfear sin fin, buscando una ondulación compartida. Os gusta hacer olas, compartir el ruido ambiente. Como remedio, para compensar, la víspera de cualquier examen le preguntáis a alguien en qué consiste y cómo se haría un resumen. No funcionará: la dificultad real se encarga de eso.

Read more


Cartas cerradas a los de siempre

Pues la tal carta me parece patética, querido P. Menos mal que además, juraría, resulta completamente inofensiva. Es cuestión de hablarlo con un café o, mejor, un buen whisky que le quite hierro a este minoritario psicodrama.

Pablito me parece una perfecta nulidad política. Como lo muestra esta carta, cerrada sobre el sota-caballo-rey de las paranoias de siempre. Solo vive de mantras, que corren como hurones en algunas redes, y de cierta Internacional del odio que le ahorra escuchar a nadie que no sea de los suyos.

Ya hablaremos, cuando quieras, pero me parto de risa al oírle habla de "patria". ¿A qué se refiere, aparte de su camarilla de colegas en el mismo autismo?

¿De qué está hablando? ¡Pero si ha hecho todo lo posible por dinamitar (con un sectarismo idiota que nunca tuvimos los que nos opusimos a Franco) todas las posibilidades que estaban a su alcance de que la tal "patria" perviva como nación y estado!

Creo que esta imbecilidad ideológica le va a costar electoralmente cara, y me alegro de ello. Mientras tanto me preocupa, o me divierte (ya no sé), que este joven radiante participe a fondo del añejo auto-odio hispano, ese cómodo complejo de culpa inyectado sin el cual este pequeño drama histórico de Cataluña jamás se habría producido.

Insisto en que lo patético de la ocasión requiere humedecerlo con algo más que agua. Para darle alguna sustancia.

Cuando quieras. Un abrazo y hasta pronto,

Madrid, 29 de octubre de 2017


Reflejos en un puente dorado. Sombras de un primer mundo en San Francisco

Cuando yo muera no se lo digas a nadie,

que todo siga igual

el verano con su rueda feliz

los niños jugando un victorioso partido... 

M. Á. Bernat

 

Si una reciente exposición maya en Ciudad de México hacía presentes las formas de lo sobrenatural, una fantasmagoría entremezclada con lo humano y cotidiano, la cultura media norteamericana parece una minuciosa negación de esa posibilidad. Todo está preparado allí, incluso en una ciudad tan culta como San Francisco, para que las sombras no rocen los cuerpos. Es cierto que subsiste con frecuencia una puesta en escena de la oferta alternativa, pero se trata de algo integrado en una main stream que triunfa con la circulación perpetua. La alta definición, maquillada y bien peinada, apenas tiene resquicios. Se podría insinuar que el control policial de la superficie, tanto en San Francisco como en Nueva York –dos joyas de la menos tosca America–, se basa más en las exigencias constantes de lo espectacular que en la dureza policial explícita. Entre dos millennials progresistas que se juntan en Castro Valley, la marca en la ropa, en los gestos y las palabras, el ritmo de consumo y la alegre fluidez de la conversación han de mantener a raya las viejas taras de la especie. Y esto mucho más eficaz y suavemente que con la presencia directa de lo policial, en San Francisco muy escasa.

Read more


Única parte

Querida O., me temo que he perdido la I Parte de tus dos correos. Solo te contesto, y con retraso, a la II. En realidad, delante de un nutrido alumnos de arte, ya por eso especialmente narcisistas, quise con Vosotros entrar "a saco", de una manera un poco agresiva y terrorista, en una vanidad juvenil que me parece un producto de la sociedad que los idolatra y los mima, pero para convertirlos en esclavos idiotas del mercado.

He crecido siempre, por culpa de unos benditos padres excesivamente bondadosos y comprensivos, con el fantasma del inmenso estrago que causa en los hijos una excesiva benevolencia (muy especialmente latina), una mínima falta de autoridad que tendría que "imponerse". Somos ocho hermanos (siete mujeres y yo) y, al menos, dos hermanas jamás se recuperarán del maltrato de esos mimos que, aunque practicados con la mejor intención, es una de las peores formas de abandono que existen.

Yo mismo tuve que hacer esfuerzos heroicos, e irme una temporada larga (completamente solo) al fin del mundo, para encontrar la autoridad paterna que, por una excesiva bonhomía, se me había hurtado.

Pero en aquel entonces, al menos en España, el realismo del entorno social solía compensar los errores "liberales" de los padres. Hoy en día, por el contrario, a la cobardía doméstica de los padres, incapaces de pronunciar en casa una palabra más alta que la de los medios, se suma (al menos en España) un papel obsceno de esos mismos medios, especialistas en adular el narcisismo de sus clientes jóvenes, para después convertirlos en empleados baratos.

El amor a la humanidad, que es la única religión que profeso, es lo más difícil del mundo y exige un esfuerzo muscular constante, casi agotador. Exige también una constante búsqueda de los límites, de un lugar para el NO. "Quien bien te quiere te hará llorar", decía el viejo refrán castellano. Los chicos "huérfanos del no", como ese curso de bachillerato, tendrán que llevarse por triplicado los traumas que les han ahorrado los padres.

Así lo veo: Has de ser cruel si quieres ser amable, en palabras de Shakespeare. Dentro de unos límites, que me prohíben siempre el choque físico, practico toda la "violencia" de la que soy capaz, empezando con mi hija, contra esta deformación juvenil que lo degrada todo, comenzando por la más mínima educación. Gracias a esta dureza del amor, los destinatarios de aquella carta están, al menos frente a mí, un poco menos subidos de tono. Hago lo que puedo para combatir la estupidez vanidosa que me rodea, que es además la cara externa de la impotencia y el fracaso al que buena parte de los jóvenes están destinados. Maltratados por los mimos, maltratarán todo lo que en el futuro no les adule. Por esa vía, la infelicidad está garantizada.

En fin, que el mundo siga su curso. Os deseo mientras tanto a ti, a tu hijo y a A., las más alegres fiestas que se avecinan.

Un abrazo,

Madrid, 21 de Octubre de 2017