Texto inédito: COMENTARIO A ROXE DE SEBES, por Gustavo Dessal

Dada mi amistad y mi confianza con el autor del libro, no omitiré decir que mi ausencia esta noche es un acto fallido. Prueba de que, aunque geográficamente localizable del otro lado del Atlántico, estoy en verdad en el registro del inconsciente. Que ello pueda tener un sentido, y que ese sentido sea comunicable, poco importa. Es la división misma, el efecto de sorpresa, el estupor de mi lapsus, lo que basta para reconocer el inconsciente.

Pero estos trucos de psicoanalista no me parecen suficientes, y por ello he querido escribir estas líneas, para hacerme presente de alguna manera.

Roxe de Sebes es un libro difícil, tan hermoso en su poética como duro de leer. Diré más: por momentos impenetrable. Ignacio ha logrado que el espíritu de la montaña (aterrador para alguien como yo, a quien no mil, sino cien días fuera de la urbe bastarían para liquidarme) se transfiera a su escritura. La belleza de su prosa, algo a lo que ya estoy acostumbrado en sus escritos, envuelve a la vez un núcleo sólido que es preciso horadar volviendo una y otra vez a las frases, puesto que la mayoría de ellas constituyen una reflexión filosófica concentrada, un nanopensamiento que juega con el misterio, la confesión autobiográfica, y la ideas.

Read more


comunidad y asociación

Como tantas obras que después serán canónicas, el libro de F. Tönnies (Gemeinschaft und Gesellschaft, 1887) causó enseguida una gran polémica y fue pronto, sigue siendo todavía, objeto de múltiples controversias. Sin embargo, al margen incluso del inmenso trabajo aclaratorio de Tönnies durante el primer tercio del pasado siglo, la distinción entre comunidad y asociación -o sociedad- se puede enfocar en la actualidad de manera casi intuitiva, referida a la experiencia actual de esta humanidad estresada.

I

Llamaremos comunidad (Gemeinschaft) a lo que aparece primero en la vida del hombre, un tipo de grupo humano que se corresponde con lo que se ha llamado "socialización primaria". La familia, la comunidad de amigos, tal vez una iglesia -o una secta-, pertenecen a este tipo de grupos sociales. Se caracterizan por no estar dirigidos por una voluntad racional encaminada a fines utilitarios -las notas escolares; el lucro económico; los intereses profesionales, sindicales o deportivos-, sino por limitarse a cubrir las necesidades afectivas del individuo. La comunidad no tiene más fin que dotar al hombre de carne y hueso de un mundo primario de relaciones anímicas y corporales.

Las comunidades -el ejemplo típico es la familia- son forzosamente pequeñas, pues en ellas es clave que las relaciones sean personales, cara a cara. Si no se diera esto apenas tendría sentido distinguir una comunidad de una sociedad, puesto que las primeras basan su consistencia -su carácter orgánico, llega a decir Tönnies- en cubrir las necesidades afectivas del hombre a través de vínculos directos, no mediados por instituciones exteriores ni por la Ley. La ley en la Gemeinschaft es el afecto, el compromiso personal inmediato, natural o pre-racional. De ahí los tópicos: por un hijo "se da la vida", por un amigo "se pone la cara".

Read more


trozos de vela

1 El título Doce lunas (Ed. Axóuxere) podría aludir a un ciclo terrenal, a una vigilia nocturna en pleno día. Creo que hay algo así en este libro de Héctor Pose, acompañado por las fotografías de Alberto Rodríguez Fariña. Algo así como una vigilia que solo tiene al silencio del mar por testigo. Un poco a la manera de las veladas nocturnas, a  medias entre la poesía y la reflexión, de un Manuel Antonio que piensa otra vez la humanidad desde el mutismo de la planicie marina.

 

2 La trascendencia no brota de ningún más allá, sino de una alienación originaria que rasga cualquier aquí y ahora. El mundo transcurre como algo extraño mientras duerme y alguien vela en la soledad de las madrugadas. La vida es pensada desde una travesía que navega sobre una humanidad sumergida, inconsciente, acostada en una duermevela que nada sabe de quien la piensa, de ninguna conciencia.

 

3 Rememoramos por el camino clanes de antepasados, en medio de una frescura de algas oscuras y una superficie marina a solas con el sol. Retirarse a un borde del mundo y desde allí, lejos de cualquier cobertura, repensarlo sin ataduras. Tener por pareja la naturaleza, en una hermandad con mil cosas que apenas pueden devolverte la mirada, menos aún la palabra. Amor antiguo que no sabe nada de correspondencias, que encuentra su única retribución en el don de la entrega.

Read more


Toni Erdmann

Toni Erdmann no es una película fácil. Poco menos que a cámara lenta, a veces muda como el cine antiguo, finalmente resulta bellísima. Uno de sus temas es la infelicidad de los hijos liberados, la enorme ingratitud -casi inhumana- de su "emancipación". Emancipación no solo de la casa materna y paterna, de su autoridad -que casi nunca fue tal, por eso son tan infelices-, sino también de todos los valores del pasado. Bajo su ironía de circo, Winfried (Peter Simonischek) es un humanista escandalizado por el curso de las cosas. Entonces la directora, Maren Ade, de la que algunos no conocemos prácticamente nada -la comunicación es así-, embarca al padre de Inés, convertido en Toni Erdmann después de la muerte de su único compañero canino, en esfuerzos que rozan el esperpento para arrancar a su gélida hija algún gemido, algún gesto de vergüenza. Alguna lágrima de lo que sea, rabia o ternura.

 

Pero no. Durante mucho tiempo Inés (Sandra Hüller) parece fundida al titanio. En algún momento, el padre le pregunta a su hija: "Realmente, ¿eres humana?". Ella ni se inmuta, más bien contesta como una nihilista a punto -pero no, sería demasiado- de indignarse. Ningún complejo de culpa. Hasta los conceptos de "felicidad" y "vida" le parecen demasiado wagnerianos y vacíos.

 

Pareciendo no saber muy lo que hace, encarnado en Toni Erdmann, Winfried arranca la máscara de las situaciones para hacernos sufrir la vergüenza de vivir en el mundo. Y sin embargo, no hay nada de la metafísica de un Sorrentido. Maren Ade es infinitamente más modesta. Con un estilo reptante logra una y otra vez dejarnos fuera de juego, sin saber si reír o llorar. Ya solo la escena de esa obediente y adorable secretaria desnuda, obligada por una fidelidad rumana a su jefa, incluso en una fiesta de pronto nudista -"¿No es nada sexual, verdad?"-, es todo un poema que no vemos todos los días. Las gotas de sangre que salpican el día anterior su camisa, producto de una herida doméstica que su jefa ha de ocultar, indican la jerarquía implacable que sostiene ese mundo luminoso. La pobre, destartalada Rumanía solo aparece como fondo borroso de ese teatro de operaciones numéricas con el que los altos ejecutivos especulan. Winfried les suplica a los rumanos, sin embargo: "No pierdan su sentido del humor". Cierto, solamente cierto atraso anímico, una especie terrorismo afectivo puede arrancarnos de ese infinito interior afelpado que tiende a una sonrisa donde la miseria, los muertos y los obreros parados están siempre fuera de campo.

Read more


la ausencia necesaria

¿Existen acróbatas de la inmovilidad? Es posible que, allí donde esté, el artista -epítome del hombre cualquiera- permanezca en perpetuo tránsito. Aunque parezca inmóvil, un viaje interminable se puede concentrar en él, vibrando en un solo punto. Esto emparentaría a algunos de nuestros modernos con el brujo de la antigua tribu, que también estaba embarcado en metamorfosis y trances in situ, aunque parezca distraído y ocupado en tareas intrascendentes.

 

Juan Carlos Meana nos narra en La ausencia necesaria las estaciones de un viaje a los bordes de Europa, a una Bulgaria donde la tierra todavía humea. No es solo que subsistan en esa esquina del orbe ecos de viejos conflictos, sino que la realidad, todavía no numerada por la furiosa voluntad de control que marca nuestro nivel de vida, humea con un aura de lejanía. La historia occidental sepulta en los sótanos todo lo que sea pasado, indefinición y ruina. En otros lugares, apartados de la alta velocidad del desarrollo, la lentitud fulgurante de una inmediatez sensitiva puede permanecer todavía en primer plano.

Read more