ironía analógica

No, querida R. Primero, "estoy" de algún modo, pero no estoy en FB. Publico todos los sábados, lo mueven y lo muevo un poco en Twitter, pero después me desentiendo... Y también el público de mí, pues raramente hay comentarios: mis textos son demasiado complejos para la oligofrenia media de las redes...

Segundo, estoy muy ocupado con la escritura, que incluye, sobre todo, libros de filosofía. Y con la vida real: que incluye, sobre todo, personas de carne y hueso.

O sea que, lamento decepcionarte, no estoy en principio nada interesado en la interactividad de los peces atrapados en las redes. No soy un pez, soy un mamífero. Pero no importa. Dime por favor el título de tu ensayo en FB y, en cuanto pueda, te escribo. Ya veríamos después si eso vale para algo.

Abrazos,

Ignacio

Madrid, 27 de abril de 2016


dudas desde el otro lado

Querido P.,

La verdad es que no sabía del tal comitiva gallega a la Feria del Libro. Quizás no sea tan importante... Pero, puestos a imaginar el por qué de esa no invitación, se me ocurre alguna respuesta: a) No existo; mejor todavía, como no hablo desde ni para ninguna tribu política en particular, he logrado la inexistencia; b) Si lo barajaron, les parecí demasiado complejo; c) Tal vez políticamente sospechoso: no olvides que la izquierda me considera posiblemente apocalíptico y nihilista; y la derecha, probablemente de extrema izquierda mesiánica.

Yo qué sé. Algunos amigos míos gallegos, medio en serio medio en broma, dicen que a veces que quiero fundar una secta.

No te preocupes, querido, todo va bien. Y el sentido del humor, con una Stimmung u otra, por ahora no falta.

Abrazos y gracias, lo sabes,

Ignacio

Madrid, 21 de abril de 2016


I love your charm

Queridas L. y C.:

Por motivos bastante concretos, ayer no tenía un buen día... allá en el fondo. Eso fue todo: A little snow ball. Ayer no me quejaba en absoluto de vosotras ni de vuestro tono. Estuvisteis encantadoras, como siempre, y os agradezco el atrevimiento, la solidaridad y la confianza de hablarme así y contarme cosas. No cambiéis en este punto, por favor, ya hay suficientes zombis en mi entorno.

Mi correo sólo expresaba un cansancio de fondo con el material humano que me rodea, en distintos planos... y también algunas dudas sobre mi modo de ser, que me temo que no tiene mucho remedio. Porque, claro, si me opero de ESO, igual me dejan peor otra cosa...

Gracias de verdad por vuestro cariño, por vuestra franqueza y por vuestras palabras de ánimo. Cuando podáis nos tomamos un café, también con M. y Y., y nos reímos un rato. Yo invito, of course, encantado.

Abrazos,

Ignacio

Madrid, 21 de abril de 2016


una cierta tristeza

Pues sí, queridas, me produjo (bajo mi capa de imperturbable titanio) una cierta tristeza la conversación de la mañana con vosotras. Primero, existe otra vez un cierto malestar en los cursos. Segundo, nadie me lo comunica a mí, en clase, sino a través de dos alumnas que es evidente que tienen una especial relación personal conmigo.

En fin, ayer, después de una sesión que impartí a profesores normales (los mismos que no han visto ni verán Youth), ya llegué a casa con la sensación de estar en franca minoría. Peor aún, la impresión de que hablo en arameo y no consigo hacerme entender. Y no sólo por cómo lo digo, sino, sencillamente, por cómo vivo y pienso.

Y después, claro, mi ironía. Una ironía que, con distintos tonos según los días, no consigo siempre moderar. A veces un poco amarga, es cierto, debido a que uno se siente un poco aislado, rodeado de cierto silencio. O pone el listón muy alto y es demasiado exigente, yo qué sé. Después, un día te sienta regular enterarte de que tus alumnos te temen y no se atreven a hablar contigo.

Vamos, en resumen, la sensación de que no me entero de nada y la gente, a veces, me da la razón como se le da a los locos.

No es que sea más vulnerable de lo que parezco, que posiblemente lo soy, sino que además uno a veces tiene la sensación de estar fuera de juego. No sé por qué, hoy no me resultó muy alegre lo que me contasteis, aunque no sea nada grave.

Me explico, ¿verdad? Besos,

Ignacio

Madrid, 20 de abril de 2016


para una antropología del dogma verde

La moda de vaqueros rotos y medias desgarradas va en paralelo a unas vidas en exceso cosidas, también entre los jóvenes. Género de terror, piercing y tatuajes; parque de atracciones y deportes de riesgo; sexo salvaje y música electrónica a todo volumen se generan desde una existencia urbana espantosamente homologada, tanto física como -lo que es peor- psíquicamente. Por instinto, para encontrar algo de tierra por algún lado, el cuerpo y la mente necesitan líneas de resistencia, al menos algún tipo de simulacro de otredad que se nos enfrente. Habría que ver si el prestigio sistémico de lo juvenil y alternativo no tiene relación con un exceso canceroso de positividad en nuestra cultura, como si ésta tuviera que buscar un lábil mecanismo compensatorio de esa cohorte de servicios socio-técnicos que desembarca, no solo "a domicilio", sino integrada en nuestro orden perceptivo, cerebral y neuronal.
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