ayer y mañana

Querida Ch.

Gracias por tus palabras, breves, precisas, cargadas de respeto. Sólo una pequeña aclaración. Estoy "lleno de esperanza". Fíjate bien en la textura agresiva, provocadora, burlona, y a la vez piadosa, de ese breve texto. Es más, ni siquiera necesito esperanza, pues vivo en un presente pleno, que tiene la esperanza incrustada en la inmediatez sin espera de sus vivencias. Mis diferencias radicales con la cultura capitalista (y con parte de la cultura anticapitalista) parten de hecho de que la vida, tierra y hombres, no necesita ninguna salvación histórica. Tiene la riqueza en sus propios límites, se salva en su misma perdición.

En cierto modo, algunos no necesitamos esperar nada distinto a este presente, a su corazón intacto, como si viviéramos en un mundo que ha conseguido (al menos, en el fondo) "salvarse" de la nivelación nihilista que ha ejercido el capitalismo.

Fíjate bien en esas "Notas sobre el suicidio", a pesar de sus defectos. Confío, sin más. Lo cual no quita para que sienta la necesidad de ser "cruel" con cien detalles del presente que (por la derecha y por la izquierda) me parecen aberrantes. Y que, por tanto, siga deseando unos cuantos cambios urgentes, en un sentido que tiene poca relación con la ideología política.

Para mí la casta, eso que a veces hace casi irrespirable el espacio público, es algo un poco más amplio de lo que piensa Podemos. Incluye cierta complicidad monstruosa de la subjetividad media, mediada hasta el infinito por un sectarismo imbécil, por su habitual parálisis interactiva.

Es posible que el exceso de positividad de esta época, su histeria antivitalista, su pesimismo vital y su optimismo histórico, le impida entender la "dureza optimista" (Sartre) en la que algunos sentimos el deber moral y político de vivir. Sólo es eso.

Pero gracias, de verdad, por tu preciosa lectura.

 

Besos,

Ignacio

Madrid, 11 de enero de 2015


je suis Gaza

Hola, querida,

Mil gracias por tu interés. No, tienes razón en sospechar, yo no soy Charlie. Je suis Gaza. Llevamos décadas bombardeándoles, insultándoles, injuriándoles, despreciándoles... Irak, Afganistán, Libia, Siria, Irán: todo vale con tal de destrozarles, de devolver a los musulmanes a la Edad de Piedra. Esto sin contar la dulce actitud del sagrado Estado de Israel, una y otra vez santificado por el Holocausto, con los millones de palestinos hacinados en esos Lager de Gaza y Cisjordania que, si no son otro Holocausto, es por carecer de cobertura informativa.

Por encima de toda nuestra legendaria campaña cultural, económica y militar, una semanario satírico parisino se empeña mes tras mes en injuriar la única figura sagrada que les queda a los musulmanes para sentirse algo en el mundo. ¿Es tan extraño que miles de jóvenes musulmanes, hasta ayer "normales", estuvieran deseando tomar la venganza por su mano? Una amiga judía de Madrid, creo que no exactamente antisemita, decía hace poco: lo raro es que no lo hayan intentado antes.

No sigo al detalle todo esto, pero juraría que la actitud actual de Charlie Hebdo, incluso de Houellebeck, es algo más prudente. Lástima que sea tan tarde. La xenofobia europea con los musulmanes es algo tan estúpido que hasta la administración y los medios estadounidenses, tampoco sospechosos de antisemitismo, lo comprendieron hace tiempo. Conviene evitar -dicen- las injurias gratuitas, irresponsables, y que dañan el sentimiento de millones de personas. Por eso tampoco ahora, después del atentado, han publicado las viñetas insultantes.

Después, como en el caso del muerto en las orillas del Manzanares hace un mes, ha sido hediondo el tratamiento de los medios, repitiendo una y otra vez las mejores tomas. Tal y como si, exactamente, estuvieran celebrando que fin hubiera ocurrido. Ese atentado criminal se usará para otra vuelta de tuerca en nuestro civilizado odio europeo a medio mundo. Pero antes ha sido minuciosamente estimulado, deseado, provocado.

Finalmente, otra cosa más, especialmente hipócrita. ¿Desde cuándo la sacrosanta "libertad de expresión" no tiene límites? Si yo voy invitado a tu casa, a una comida con tus padres laicos o cristianos, mi libertad de expresión tiene límites. Y no sólo los que marca la educación. Hoy, en Madrid, mi libertad de expresión y la tuya, acerca del Holocausto, la Guerra Civil, las mujeres, los niños, los homosexuales o el cambio climático, tiene serios límites. Y hasta cierto punto es normal que sea así. Entonces, ¿a qué estamos jugando, por qué la libertad de expresión con los musulmanes no ha de tener límites?

Gracias por tu interés, de verdad, y por permitir expresarme. Creo que tienes en Youtube, por boca del actor Russell Brand, algo mucho más sustancioso y ágil que mis torpes palabras.

Besos,

Ignacio

Madrid, 13 de enero de 2015


Impotencia sexual y calentamiento global

Vivir 2.0. ¿Necesitamos otra antología del humor negro? Es el frío local y corpóreo, el autismo privado -por extensión, también social y político- en el que hemos encerrado nuestras emociones, lo que nos empuja una y otra vez a la ilusión de un calentamiento global. La inestabilidad tibia de las pantallas táctiles, que se estropean con dos gotas de agua, genera una visión apocalíptica del exterior de viento y mareas. Toda naturaleza, antes de pasar a las pantallas, ha de ser también espectacular, y a ser posible de manera catastrófica. Así confirmará además que los nuevos arios digitales somos el centro de un universo caótico. Bestias, riadas, hielo y humanos atrasados de las afueras nos rodean como un grumo de veneno envuelve a una isla radiante. Ya se ha dicho hace tiempo que el integrismo económico y cultural de nuestra sociedad sólo es sostenible en virtud de sus supuestos enemigos.

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materialmente

"No es lo místico cómo sea el mundo, sino que el mundo sea". L. Wittgenstein

Ser es ser percibido. Prolongando certezas de Platón, Descartes y el racionalismo, para Berkeley todo ente real ocurre en una “mente cualquiera”, en el espacio absoluto de una mente omnipresente, que envuelve al universo físico. “El mundo es mi representación”, repite Schopenhauer haciéndose eco de un idealismo radical que angustiaba al ilustrado Kant. No obstante, la tesis que llega hasta Nietzsche y Wittgenstein no cambia nada en la configuración material del mundo. Si me pincho, sangro. La luna sigue arriba, ahondando la noche y sus complejidades de tormenta. También sigue ahí el roble que nos cobija al mediodía, contra el que un coche puede estrellarse.

Lo que sí cambia, según los herederos del racionalismo, es la naturaleza última de lo real, el ser de la materia, horadada entonces por un vértigo espectral. El sólido más pesado, dirían Borges y muchos poetas, no puede evitar el temblor de la duda, sostenerse en un fondo de enigma. La propia ciencia actual, heredera de Heisenberg y Gödel, no ha dejado de interrogarse sobre la hipótesis racionalista. Aunque algún día habrá que desarrollarlos, repasemos solo algunos signos actuales que podrían avalar esa posibilidad insensata, la coincidencia de “la realidad empírica con la idealidad trascendental” a la que se refiere Schopenhauer.

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tríptico de octubre

Han critica el capitalismo. Y tiene argumentos ontológicos que habría que escuchar. Desde ellos acusa a Negri de no ser suficientemente anticapitalista. O mejor, de serlo de forma imperdonablemente naïf.

"¿Por qué hoy no es posible la revolución?" desliza la hipótesis de una profunda complicidad cultural entre izquierda y derecha para mantener un orden cuya infraestructura no es ya económica, sino metafísica. Han insiste en este odio a lo real, a la común alteridad de la existencia, que no ha dejado de extenderse bajo el abanico ideológico del primer mundo. Lo cual explicaría, según él, que casi todas las iniciativas internas resulten pronto integradas. Nos queda el exterior, pero lo dejamos para el turismo ocioso, pues despreciamos en bloque el conjunto de esas culturas, para nosotros atrasadas y despóticas. En este punto, muy cerca de su maestro Baudrillard, Han insinúa que la extrema derecha sólo dice en voz alta lo que piensa el entero arco democrático con la boca pequeña.

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